Con la llegada de la pandemia en el 2.020 se produjo una aceleración en el cambio hacia nuevos modelos productivos en las empresas. Conceptos como el teletrabajo y la flexibilidad horaria han tomado protagonismo conformando una nueva forma de organizar la jornada laboral.
Es lógico pensar que el bienestar de los empleados incide directamente en la productividad de la empresa. Así, cada vez son más las corporaciones que apuestan por medidas que disminuyan el estrés, la ansiedad y la desmotivación.
Con modelos importados de las grandes empresas, existen numerosas iniciativas que pueden ser fácilmente adaptables a aquellas de menor tamaño.
La flexibilidad horaria y la incorporación del teletrabajo en jornadas mixtas, permiten adaptar el horario a las condiciones personales del empleado, eligiendo aquellas horas donde es más productivo. Todo esto siempre regulado, amparado y adaptado a las necesidades de servicio de la empresa. Es por ello, que algunas corporaciones han establecido, por ejemplo, un horario obligatorio de oficina e implantan la flexibilidad en el resto de horas hasta completar la jornada semanal.
Estas iniciativas repercuten muy positivamente sobre la rentabilidad de la entidad. El favorecimiento de la conciliación familiar o la práctica de ejercicio físico se traducen en motivación y productividad, incidiendo directamente sobre la disminución de la tasa de absentismo laboral, de los riesgos psicosociales, la mejora del clima laboral y favoreciendo el sentimiento de pertenencia, la retención del talento y el bienestar de los equipos humanos.
El aumento de la interacción inter empleados con la creación de espacios de mini breaks donde poder charlar, organización de actividades de team-building, la promoción de la formación o herramientas como el salario emocional (seguros de salud, cheques guardería, regalo de cumpleaños…) serán el complemento perfecto para mejorar la calidad de vida de los trabajadores y esto repercutirá directamente en «que se pongan la camiseta de tu empresa cada día»
En definitiva, afrontamos sin duda lo que es el presente de los nuevos modelos productivos, un cambio de paradigma en la forma de entender el trabajo, pero con un claro componente de mejora que lejos de generar un sobrecoste para la empresa, se traduce en un win-win en el que ambas partes saldrán favorecidas.